REDACCIÓN: Marca
Novak Djokovic se ha quedado a vivir en el jardín que históricamente pertenecía a Roger Federer, precisamente su víctima hoy en la final de Wimbledon por 7-6(5), 1-6, 7-6(4), 4-6 y 13(7)-12(3), en 4 horas y 57 minutos. Y es que es el tercer título que le arrebata al helvético en el tapete verde del All England Club después de los de 2014 y 2015. Hace cuatro años defendió la corona y este domingo lo ha vuelto a hacer.
El serbio es el líder de la lista de entradas ATP y de la Race 2019. No hay nadie mejor que él en la actualidad por lo que no parece descabellado que pueda igualar o superar la veintena de ‘Grand Slam’ de la que presume Federer. Aunque el que tiene más cerca es a Rafael Nadal, que ostenta 18 ‘majors’.
No debe ser fácil ser el más completo del planeta y ver que en los estadios están más del lado de tus adversarios. ‘Nole’ se ha recuperado del golpe anímico que supuso para él no coronarse en la tierra de Roland Garros y lleva ganados cuatro de los últimos cinco grandes.
A Djokovic le costaba más ganar sus saques pero, a fin de cuentas, los decantaba a su favor. Federer tuvo su primera pelota de ‘break’ en el cuarto juego y no la aprovechó. Cualquier pequeño detalle podía marcar el desenlace y este lo era.
La igualdad se mantuvo hasta la muerte súbita. El partido recordaba la semifinal entre el suizo y Rafael Nadal. La grada volvía a ir descaradamente en favor del helvético. Se reconoce su grandeza y amor por la hierba londinense. Nadie ha ganado más allí.
El príncipe Guillermo y Kate Middleton presidían el ‘Royal Box’. Manolo Santana era la representación española como campeón de la edición de 1966. La gente se ponía en pie para aplaudir una maravillosa dejada de Roger. Estaba a dos puntos del set. 5-0 y 0-30.
‘Nole’, algo que hizo con Roberto Bautista, no duda en cambiar la raqueta entre puntos si no la siente como él quiere. Federer era un tiralíneas como si esto fuera tan fácil. Se cumplía la frase de Nadal tras su derrota: “Roger hace fácil lo difícil”.
Djokovic se puso 3-1 arriba en el ‘tie break’, en el que su rival cometió un grave error con un pasante de derecha en el tercer punto. Pero el virtuosismo de Federer provocó el éxtasis con una reacción de maestro. Encadenaría cuatro puntos: 3-5. El serbio no le perdió la cara al duelo y se adelantó en el marcador con la misma secuencia.
La duda estaba en el ambiente. Nadie sabía si Federer estaba listo para ganar una final larga, al mejor de cuatro o cinco sets. Novak, por si acaso, le dio alas. Perdió sus dos servicios nada más iniciarse el segundo asalto, que apenas se alargó 25 minutos.
El tanteo se disparó hasta el 0-4. El número mundial se había desconectado completamente. Se quedó en un juego. Y entregó la manga con una doble falta que se marchó varios metros. Sumó 12 puntos por los 26 de su adversario.
Se fue a los vestuarios para variar el ritmo y cambiar la dinámica. Volvió la normalidad, que significa mantener el saque en hierba. En la segunda muerte súbita, Djokovic volvió a templar mejor los nervios y la ansiedad del momento. Entre medias, ‘Nole’ levantó una pelota de set en el décimo juego. Ese podía ser el punto de inflexión.
Desde Jimmy Connors, en la final con John McEnroe de 1982, que no se había remontado un tanteo tan adverso. Federer tenía tenis para hacerlo. Lo demostró rompiendo en el quinto y séptimo juego de la cuarta manga. Djokovic, que logró su primer ‘break’ a las 2 horas y 47 minutos de final, estaba empeñado en dar emoción y facilitarle las cosas.
Dos sets iguales y Roger a los vestuarios para recuperar el aliento. Le aplaudía desde su banquillo su mujer Mirka Vavrinek. El suizo ya no quería saber nada de intercambios. Lo suyo era acoso y derribo. Las hostilidades se reanudaron con tres puntos de rotura para Nole, con 2-1 y 15-40. Se le marcharon todos.
No falló en el sexto asalto. 4-2 para él. Todo parecía decidido. Al helvético le quedaba una vida y la usó para meterse de nuevo en la final. 4-3 y saque. Con 6-5, Djokovic le interrogaba al juez de silla si había ‘tie break’. No se acordaba que en Wimbledon se va hasta los 12 juegos en el desempate.
Parecía asfixiado y lo estaba. Federer dio primero y dispuso de un 7-8 y 15-40 para cerrar su victoria. Falló estrepitosamente en la elección de las jugadas cuando su rival ya estaba en la lona. Volvió a la carga con 11-11. Tuvo dos pelotas de ‘break’. Un enfrentamiento tan igualado merecía terminar en otra muerte súbita. Se había llegado a los 12 juegos. Cuando lo dijo el árbitro parte de los aficionados se sorprendieron ante el desconocimiento de la nueva regla.
Se había pasado de las cuatro horas y 46 minutos. Por tanto, oficialmente ya era la final más larga de todos los tiempos. Djokovic se disparó hasta el 4-1. Esta vez no dio lugar a más remontadas y una caña de Roger cerró la batalla. Después de la tormenta llega la calma y el campeón viajará a Marbella para pasar el verano junto a su familia.