REDACCIÓN: El ONCE HN
Ahora en el retiro y como comentarista en Todo Deportes TV, Eduardo Bennett sigue siendo recordado por su enorme paso en el fútbol argentino, sobre todo con el San Lorenzo de Almagro.
El ex-delantero hondureño conquistó un título de primera división en 1995. En su etapa con el Ciclón Azulgrana marcó 18 goles y se ganó el corazón de la hinchada.
El Gráfico, reconocido medio argentino, quiso recordarle con un emotivo reportaje que titularon “Balin, El Santo Negro”. Ahí brinda anécdotas en su etapa por la Argentina y mucho más.
TEXTO ÍNTEGRO
Olé, olé, olé… es el hermano de Pelé…” El grito bajaba desde la ironía y el afecto que la hinchada de San Lorenzo sintió por este negro fornido, de dientes perlas y palmas crema. El mismo que se metió en el corazón azulgrana a fuerza de los tres goles que le hizo a Argentinos en la mañana de domingo; el mismo que se define como aventurero del fútbol.
“Para mí es un orgullo jugar al lado de Pipo Gorosito, Monserrat y Biaggio. Con ellos todo es muy fácil. No tienen nada de egoísmo y siempre piensan en el equipo. Todavía me acuerdo cuando hice mi primer gol en San Lorenzo. Fue contra Mandiyú y, en seguida, Gorosito se me acercó y me dijo al oído que se lo dedique a la hinchada. Cuando se enteren en Selva Atlántida, allá en Honduras… yo me fui de mi país sin saber a dónde iría a parar. Sólo quería triunfar en el fútbol. Debuté en primera en Nacional, un equipo del torneo hondureño, allá por 1988. Pero dos años después me fui a México, a jugar casi gratis… Luego volví a mi país y jugué en Olimpia, donde salí campeón. Allá me fue muy bien, metí goles en casi todos los partidos y la gente me llamaba el Demonio Negro por mi agresividad en la cancha. Pero cuando llegué acá, me empezaron a decir Balín y me quedó. Mientras sea con buena onda, no me preocupa. Como ese cantito fabuloso que me inventaron con Pelé. Se nota que la gente se apasiona con el fútbol. Y más si tu equipo gana como lo hicimos contra Argentinos: en un partido hermoso, con goles por todos lados. A pesar de que yo hice tres, no se confundan: no soy goleador. Y si no, miren la cantidad que desperdicio…”
Tiene razón el Negro Bennett. Hizo tres pero pudieron ser otros cuatro más si aprovechaba los mano a mano con Mondragón. A él no le importa, porque con sus goles y la posterior victoria, la guerra que protagonizan dirigentes y jugadores -enfrentados por una deuda de 13.000 dólares para cada futbolista- puede desembocar en una solución pacífica en la reunión del martes 2 de noviembre. Lejos de su Honduras natal y muy cerca del corazón de Boedo, el Demonio Negro se pasó al bando de los Santos.