Finalmente llegó. Luego de 160 partidos, el calendario ha dado vuelta para llegar a octubre, el mes que fabrica héroes y villanos como ningún otro.
Octubre es capaz de formar leyendas como Derek Jeter y David Ortiz, o de destruir reputaciones como las de Bill Buckner y Mitch Williams.
Octubre es capaz de alargar maldiciones o contar cuentos de hadas. Es el mes de las grandes despedidas o de los alegres recibimientos.
Es el mes en el que los Cachorros no trascienden en más de un siglo, perseguidos por una cabra maldita y un tipo con audífonos. Es, también, el mes en el que Big Papi destruyó al Bambino y sus maldiciones.
Es el mes de Madison y el año par de los Gigantes. Octubre es el mes en el que Clayton Kershaw es el hombre más solo del planeta, y luce especialmente intranquilo cuando es momento de que ingrese el bullpen de los Dodgers.
Es el mes en el que el mejor bateador de este sistema solar, Miguel Cabrera, luce como un simple mortal. Es el momento en el que los managers, cualquiera que sea su nombre, se ganan su cheque en un par de decisiones cuestionadas por millones de ojos.
Llegó octubre en busca de un nuevo campeón. El rey vigente, los Reales de Kansas City, entregaron la corona gracias a un inconsistente pitcheo y ahora existe una larga línea de sucesión al trono sin un claro favorito.
Hay miles de historias que escribir en este octubre. Desde las sequías de júbilo alrededor de Wrigley Field y la tribu de Cleveland, a la despedida de Ortiz, el mítico toletero patirrojo.
Se puede hablar también de la dinastía y dominio de San Francisco en años pares o de la incapacidad de los Dodgers para trascender una vez que llega el otoño.