En una tumba del cementerio Jardines del Recuerdo de Barranquilla se puede leer el nombre de Álvaro Ortega y la fecha de su muerte, 15 de noviembre de 1989.
En realidad, llevaba muerto en vida desde el 26 de octubre, el día en el que dirigió en Cali el partido entre América e Independiente de Medellín (3-2) y anuló un gol a falta de dos minutos por juego peligroso en una chilena al equipo que tenía detrás el apoyo de Pablo Escobar, patrón del Cartel de Medellín.
Quien viaje a la capital de Antioquia puede hacer un tour que recorre algunos de los lugares clave en la vida de Pablo Emilio EscobarGaviria. El fútbol aparece de manera constante en las explicaciones de la guía. En un momento dado se hace referencia al asesinato del árbitro Álvaro Ortega en las calles de Medellín.
Desde hace cuatro años, con el delito prescrito, lo que era vox populi en Colombia es una certeza gracias a las palabras de Jhon Jairo Velasquez, alias Popeye (Marino para quienes hayan visto la serie El Patrón del Mal).
“Ese día yo estaba al lado del patrón y América de Cali le ganó a Medellín con la mano del árbitro. Pablo quedó muy ofendido y ordenó a Chopo (Topo en la serie) que buscara al árbitro Álvaro Ortega para matarlo” contó Popeye en el documental Los dos Escobar.
Ajena a las duras críticas de la prensa de Medellín y al secuestro un año antes en esa ciudad del árbitro Armando Pérez (liberado con la orden de transmitir el mensaje “al árbitro que pite mal, lo borramos), la Dimayor (la División Mayor del Fútbol Colombiano) metió a Ortega en la terna para el partido Independiente y América en el Atanasio Girardot. La elección arbitral era por sorteo.
El árbitro principal era Orlando Reyes, Ortega el primer línea y Jesús Díaz el mejor árbitro de Colombia, estuvo en el Mundial de 1986, muy popular y uno de los líneas en el partido de octubre en Cali-, el otro asistente.
El partido de las 20.30 horas de ese 15 de noviembre en Medellín era de trámite. Los dos equipos estaban sin opciones de una final que ya habían asegurado Junior de Barranquilla y Unión Magdalena. Díaz, gran amigo de Álvaro Ortega, trató de convencerlo para que renunciara al partido por motivos de seguridad. La respuesta fue no, la misma que tuvo de las autoridades del fútbol colombiano.
Faltaban dos minutos para las once de la noche. Jesús Díaz recuerda todo al detalle y lo ha explicado en varias entrevistas. Iban hablando de la llamada que había dejado turbado a Ortega cuando oyeron el chirriar de neumáticos de un coche que llegaba por su izquierda.
De la ventanilla del copiloto vieron relucir el cañón de una miniametralladora y a un tipo que gritaba “Apártese Chucho”, que era el apodo de Jesús Díaz. Ortega salió corriendo, pero un disparo le alcanzó en una pierna. Ya en el suelo, el sicario le disparó nueve veces más.
Díaz se fue a por el coche insultando. De él se bajó el conductor que le encañonó la cabeza y le dijo: “Tranquilo, Chucho, esto no va con usted”. De un empujón se deshizo el sicario del árbitro y el coche despareció por la calles de La Candelaria.
De esos momentos de terror de Jesús Díaz se le quedó grabado que nadie se acercó a echarle una mano. Cargó con el cuerpo de su amigo hasta que un mendigo le ayudó a parar un coche. En ese tramo, el indigente tuvo tiempo para quitarle la cartera al Ortega, aunque se quedó sin dinero porque lo llevaba en otra parte. A los pocos minutos de llegar a la Clínica Soma, a 2,5 kilómetros del lugar del atentado, un médico le comunicó la muerte de su amigo.
Ortega tenía 32 años, le encantaba el boxeo, aseguraba que nadie le iba a asustar con amenazas y colaboraba con varios medios de comunicación de Barranquilla. El campeonato colombiano de 1989 se suspendió y ese año aparece en blanco en el palmarés. Hoy se cumplen 27 años de su asesinato.
A pesar de las pistas que llevaban a Pablo Escobar y el Cartel de Medellín el sumario quedó parado en la caja 231 de la Fiscalía de Itagüí. No avanzó nunca y en 2009, al cumplirse los 20 años del delito y su prescripción, el fiscal 176 de Medellín archivó la investigación.
La muerte de Álvaro Ortega forma parte del sangriento 1989. En ese año, Escobar y el Cartel de Medellín volaron un avión de Avianca en el que presumían viajaba César Gaviria (candidato presidencial), dinamitaron la sede del Departamento de Seguridad (70 muertos y 500 heridos), volaron la sede del diario El Espectador, asesinaron a Luis Carlos Galán (candidato a la presidencia del país), a 731 policías, al periodista Jorge Enrique Pulido y muchas más.
FUENTE: Diario Marca