REDACCIÓN: El Tiempo
¿Cómo pasar de la angustia a la felicidad absoluta en apenas dos minutos? Eso fue lo que vivió Millonarios este domingo en El Campín: cuando parecía que tenía controlada la final del fútbol colombiano, a pesar de no jugar bien, de tener el público en contra porque no había hinchada azul en la tribuna, Wilson Morelo anotó el 2-1 que llevaba la serie a los penaltis.
Pero un par de minutos después, un golazo, lo mejor de la final bogotana, un zapatazo de Henry Rojas, dejó nocaut a Santa Fe y colgó en el escudo azul la estrella 15, un logro por el que muchos no daban un peso seis meses atrás.
Monsieur Rojas. Desde hoy ya estás en la historia de Millonarios, el glorioso embajador.
— Darío Lozano ⑭ (@paraesoestamos) December 18, 2017
CRÓNICA COMPLETA
No fue fácil para Millonarios esta campaña que ahora lo deja como campeón del fútbol colombiano después de cinco años y que lo vuelve a meter en la fase de grupos de la Copa Libertadores, a la que no llegaba desde 2013. Hasta septiembre, cuando perdió con Nacional en el último minuto en Medellín, las dudas sobre el equipo abundaban. Desde ese día no volvió a perder. Pero el camino no estuvo exento de sufrimientos, incluyendo el partido de anoche, contra un equipo acostumbrado a jugar finales.
Pudo haberlo resuelto muy temprano Millonarios: antes de los dos minutos, Duvier Riascos estrelló un tiro en el horizontal, otra vez con la fórmula en la que, en teoría, es fuerte Santa Fe, el juego aéreo. Pero a partir de ese momento fue el local el que se montó en el partido, aprovechó un callejón abierto por la izquierda de su ataque, el de la derecha de la defensa de Millos.
Pero también cuanto hizo ataques por el centro creó peligro. Y a los 17 minutos, un descuido de Ayron del Valle al no presionar la salida terminó con un pelotazo de William Tesillo que hizo tránsito en la mitad y luego cayó al área, donde David Macalister Silva empujó a Jhon Pajoy. Penalti claro que sancionó el juez Wílmar Roldán. Wilson Morelo, el goleador cardenal, anotó el 1-0, y la final comenzaba de nuevo. Todo estaba igual.
Millos se demoró en reaccionar. No tuvo la pelota, pasó trabajos cuando quiso atacar y los jugadores de mitad de cancha hacia adelante parecían ser víctimas de un conjuro, porque el balón les rebotaba sin destino. Era más Santa Fe, pero no supo cómo aumentar la ventaja. Nicolás Vikonis, como en la serie frente a América, se volvió a poner el traje de superhéroe para volar y evitar el 2-0, en otro remate de Morelo. Y, además, todo hay que decirlo, hubo un penalti de De los Santos a Ánderson Plata que Roldán no sancionó.
No hubo cambios para el segundo tiempo. Ni de jugadores ni de la forma de encarar el partido. Santa Fe parecía un poco más cerca del segundo, pero Millonarios volvió a sorprender, y otra vez con la misma idea de su rival: levantarle la pelota. Juan Guillermo Domínguez levantó la bola desde la zona izquierda. Andrés Felipe Cadavid anticipó a Héctor Urrego y no metió la cabeza: metió un martillazo, fuerte, duro y abajo, para derrotar a Róbinson Zapata. La estrella comenzaba a brillar de nuevo del lado azul.
Con el 1-1 (o mejor, el 1-2, porque ese empate le permitía a Millonarios sacar ventaja de lo hecho el miércoles en el partido de ida, con otro cabezazo, esa vez de Matías de los Santos), el equipo de Miguel Ángel Russo se montó en el partido. Cada intento de Santa Fe de llegar al arco rival para voltear la serie a su favor fue estéril. Gregorio Pérez, el DT de Santa Fe, mandó a la cancha todo lo que tenía: primero, al jugador más campeón con el club, Omar Sebastián Pérez, para aprovechar el talento y la experiencia de jugar finales. Y, luego, a Juan David Valencia, el autor de los goles para los triunfos en los dos clásicos en la fase todos contra todos. Pero parecía equivocarse en la fórmula: en vez de seguir con la misma idea que le permitió empatar la serie, jugar por abajo, le apostó al pelotazo, que no le dio ningún resultado y, más bien, le permitió subir la calificación a jugadores como Cadavid, que por abajo sufría, o De los Santos, que terminó rechazando balones a todas partes.
La única vez que Santa Fe se acordó de jugar por abajo marcó un golazo. La jugada nació, cómo no, de los pies de Omar Pérez, que jugó con Baldomero Perlaza. Este dejó mano a mano a Morelo con Nicolás Vikonis. El delantero sacó de su camino al portero y remató abajo. Los 34.292 hinchas de Santa Fe comenzaron a soñar otra vez con un título. Quedaban siete minutos en el reloj de Roldán.
Pero esa alegría que comenzaba a sentirse en las tribunas era, al mismo tiempo, angustia a un par de kilómetros de El Campín, en el parque Simón Bolívar, donde se concentraba una buena parte de la hinchada de Millonarios. La serie parecía irse, como le pasó a Millos en el segundo semestre de 2012 contra el Medellín, a los lanzamientos desde el punto penalti. Para Santa Fe era una instancia inédita, al menos en la Liga, porque las últimas tres estrellas las ganó sin necesidad de esa instancia, contra Pasto, Medellín y Tolima.
En su idea por aguantar el 1-1, Russo había mandado a la cancha a Henry Rojas en lugar de David Mackalister Silva. Rojas, que había sido importante en los primeros partidos de la campaña, se lesionó tras un juego contra Alianza Petrolera. El partido contra Nacional, que fue el punto de quiebre en el camino para ser campeón, significó que el tolimense no volviera a ser titular. Y, de hecho, en el clásico pasado ni siquiera entró al campo. El destino le iba a dar el papel de héroe. Millonarios se desesperaba. Entró a hacer lo mismo que Santa Fe antes del 2-1: lanzar pelotazos al área a ver si de pronto ahí llegaba un cabezazo, un penalti o un rebote. Y pasó lo último, apenas un par de minutos después del gol de Morelo. Vikonis, desde su área, puso la pelota al otro lado de El Campín. Ahí, William Tesillo y Dairon Mosquera se estorbaron a la hora de rechazar. El balón quedó corto, en el borde del área, y desde ahí la metió Rojas en un ángulo. ¡Golazo! En El Campín había silencio. En el Simón Bolívar había un estallido de júbilo. Y en el estadio se escuchó. Seguro.
No fue un campeón brillante Millonarios. Pero sí fue un campeón justo. Resultó ser el equipo que más puntos hizo en el semestre, 48, los mismos de su rival en la final; el que más goles anotó, 34. Tuvo a uno de los artilleros de la Liga, Ayron del Valle (igualado con Dayro Moreno, Yimmi Chará y Carmelo Valencia), el segundo mejor visitante y el primero en esfuerzo, lucha y sacrificio. Ahora volverá a la Libertadores y, antes de eso, tendrá su primer reto en enero, en la Superliga, contra Nacional. Ya demostró que puede ganarle una final a uno de sus grandes rivales, en el clásico más importante de su historia.