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La vuelta de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors se jugará finalmente el 8 o el 9 de diciembre. Después de los rumores acerca la suspensión del duelo a causa de los tristes incidentes ocurridos en el estadio Monumental el pasado fin de semana que obligaron a aplazarlo, la Conmebol ha confirmado este martes que habrá Superclásico argentino, pero lejos de las fronteras de Argentina. Falta por saber si será con público o a puerta cerrada.
En un breve comunicado, el máximo organismo del fútbol sudamericano asegura que el desenlace de la final más larga que se recuerda será el 8 o 9 de diciembre, “en horario y sede a definirse a la mayor brevedad”. Queda todo sujeto todavía al fallo del tribunal disciplinario después de que Boca solicitara que no se jugara.
La Conmebol, señaló que “conforme a los hechos de violencia” que “pusieron en riesgo la seguridad de los jugadores, oficiales y aficionados” se decidió que el River-Boca “no se juegue” en Argentina. Por este motivo, la Confederación “se hará cargo de los gastos de viaje, hospedaje, alimentación y traslado interno de hasta 40 personas por delegación”. Asimismo, “establecerá las coordinaciones de seguridad con las autoridades correspondientes.
Lo que no aclaró la Conmebol ni su presidente fue si el partido se disputará con público. Y remarcó que será el organismo que rige el fútbol sudamericano el que tomará las decisiones de aún en más. “La Conmebol podrá a su criterio modificar fechas y horarios cuando lo considere prudente o necesario. También podrá cambiar la sede del encuentro como alternativa de solución”, remarca.
“Entendemos que no están dadas las condiciones para que se pueda jugar en Argentina”, declaró minutos después Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, después de salir de la reunión con sus homólogos de River y Boca. “A la familia del fútbol, a los amantes del deporte, decirles que el fútbol no es lo que se vivió este fin de semana, eso es una enfermedad que hay que erradicar”.
“La violencia no es parte del fútbol. No sé en qué momento la pasión se confunde con violencia. No sé en qué momento se confundió que el ganar o perder es de vida o muerte, el fútbol es un deporte de muy buenos valores. Y uno de los más importantes es el respeto y la lealtad al rival. No es posible que no podamos convivir en paz, en armonía. Estamos aquí porque el interés por sobre todas las cosas es el desarrollo del fútbol”, añadió Domínguez.
Sin admitir preguntas, Domínguez concluyó que “en el deporte rivalizamos, competimos, hay un ganador, pero eso no es sinónimo de muerte”. “Los presidentes tienen la obligación de demostrar con gestos y con ejemplos los buenos valores que genera el fútbol”, subrayó.