REDACCIÓN: Vavel
25 de mayo de 2005. Turquía se vestía de gala para acoger aquel año la final de la UEFA Champions League. Lo que no sabían entonces es que, en el Estadio Olimpico de Ataturk se viviría una de las noches más mágicas del mundo del fútbol. El partido que se conoce como el ‘milagro de Estambul’ ha sido una de las remontadas más memorables que se recuerdan. Supondría también la quinta y hasta el momento última Copa de Europa de los ingleses que recibirían la posterior vendetta del cuadro rossonero en la final del 2007, cuando los italianos se alzaron con su séptimo entorchado.
Desde el minuto uno de partido se le puso muy cuesta arriba al Liverpool el partido. El gol de Paolo Maldini evidenció la poca intensidad con la que salieron al campo los pupilos de Rafa Benitez, parecían haber sufrido el clásico ‘pánico escénico’. El tanto del zaguero italiano llegaría tras una falta cometida por Traoré sobre Kaká. Pirlo puso el balón al centro del área y el defensa remató con la suerte de que un jugador red tocó el balón para que Dudek no pudiese evitar que el 1-0 subiera al marcador.
A pesar de ello, el Liverpool trató de rehacerse con varias jugadas que llevaron cierto peligro para la portería defendida por Cafu pero no consiguieron materializar ninguna de ellas. Y cuando mejor estaban, llegaría otro duro golpe. Kaká dirigía la contra y con un buen pase picado dejó solo a Andriy Shevchenko que, la pondría al segundo palo para que Hernán Crespo hiciera el segundo gol del partido.
De este duro varapalo si que no pudo reponerse el conjunto inglés que vio como el Milan les pasaba por encima, algo que confirmaron con el 3-0. Sería el segundo en la cuenta personal de Crespo que de nuevo recibió un gran pase de Kaká al que otra vez no pudo contrarrestar la defensa que volvía a estar lenta. El delantero argentino definió con gran calidad por encima de Dudek para irse al descanso con una final más que ganada, o eso parecía.
Sin ya nada que perder, no se sabe aún que pasó en el vestuario del Liverpool durante aquellos 15 minutos pero el equipo resurgió de sus cenizas para dar un recital de lo mágico que puede llegar a ser a veces este increíble deporte del balonpié.
Con el arranque de la segunda mitad, los reds salieron decididos no solo a maquillar el resultado sino a intentar darle la vuelta a una final más que cuesta arriba, para la mayoría, imposible. Los minutos posteriores a la reanudación fueron de constante asedio a la portería de Cafu, aunque el Milan dio algún que otro susto pero Dudek respondío con gran solvencia.
Fue entonces cuando apareció la figura del capitán, Steven Gerrard voló al cielo de Estambul para hacer el primer gol del Liverpool en aquella final gracias a un brillante cabezazo que hizo que el balón acariciara suavemente las mallas de la portería italiana.
Era el minuto 54 pero tan solo dos minutos después ocurrió lo que ningún fan del Milan quería. Smicer desde detrás de la media luna consiguió conectar un chut duro, seco y cruzado abajo al que no pudo llegar el portero brasileño, haciendo así el 3-2 en tan solo 11 minutos de la segunda parte del choque.
Pero la cosa no quedaría ahí, la noche aún iba a ser larga y el cuadro dirigido por Carlo Ancelotti no paraba de hacer aguas atrás, tanto fue así que algo más de cinco minutos después, Gattuso cometería un penalti sobre Steven Gerrard que encaraba solo la portería. El encargado de materializar la pena máxima, el jugador que cogió la máxima responsabilidad fue Xabi Alonso. El donostiarra suspiró, cogió carrera y ejecutó pero Dida se hizo grande y detuvo el penalti, pero no contaba con algo. El rechace salió muy blandito y el jugador español pudo coger el rechace y picar el balón por encima para poner el 3-3.
Los siguientes minutos y la prórroga serían de máxima tensión para ambos conjuntos que no querían más sorpresas tras una final no apta para aquellos que padecieran del corazón. Tras esto llegarían los penaltis y con ello el desenlace de una de las finales de la Champions League más emocionantes que se han visto.
El primer encargado en tirar desde los 11 metros fue Serginho que entró en la segunda mitad. El brasileño falló el penalti mandándolo fuera por encima de la portería de Dudek. Tras esto, cogería el balón Hamman que no dudaría y acertó aunque a punto estuvo de detener el cuero Dida.
El siguiente en intentar transformar sería Pirlo, uno de los mejores lanzadores de balones parados del mundo pero, el guardameta polaco le intuyó su tiro y con una buena estirada lo detuvo. Después de esto llegarían Cissé y Tommasson que no fallaron sus intentos. Después, le llegaría el momento a Riise que no consiguió anotar debido a una gran mano de Dida. Kaká no fallaría su pena máxima, algo que tampoco hizo Smicer, pero entonces, llegó el momento. Andriy Shevchenko cogió el balón y, tiró al medio, pero Dudek le adivinó la intención y dio así la quinta Copa de Europa al Liverpool siendo el gran héroe de la final.