REDACCIÓN: Marca
Si Josep Maria Bartomeu se pensaba que con el fichaje de Ronald Koeman y la presentación de Pedri iba a poder pasar página a la hecatombe de Lisboa de la semana pasada, estaba muy equivocado. Los ecos del 2-8 contra el Bayern de Múnich todavía resuenan en Can Barça y el problema es que les están afectando sobremanera a un jugador en concreto: Leo Messi.
Desde que acabó aquel partido, el argentino lleva barruntando una idea: acabar su ciclo en el Barcelona. El escenario que nadie se imaginaba, la pesadilla de todo culé, podría hacerse realidad. A día de hoy, es más posible que nunca que Messi salga del Barcelona para jugar en otro equipo. Leo siempre dijo que colgaría las botas de azulgrana, pero eso era en un mundo en el que el Barça no había encajado ocho goles en unos cuartos de final de Champions League. Ahora todo es diferente. El Barça se encuentra en una de sus cíclicas crisis autodestructivas y esta vez podría llevarse por delante al mejor jugador en la historia del club.
Sabedor de que Messi lleva con ese runrún desde el pasado viernes, Ronad Koeman decidió coger el toro por los cuernos. Su primera misión como entrenador fue reunirse con Lionel para tomarle el pulso. Quería saber de primera mano qué tenía el ’10’ en la cabeza. Conocer sus planes y, si era necesario, convencerle de que en ningún sitio iba a estar mejor que en Barcelona.
Así, La Pulga interrumpió sus vacaciones y mantuvo un encuentro con el nuevo técnico barcelonista en la casa del argentino, en Castelldefels. Según RAC1, en esa charla Messi le reconoció a Koeman que se veía más fuera que dentro del Barcelona. Anda muy quemado Lionel con el ambiente que se vive en el entorno barcelonista. La paliza a manos del Bayern fue la gota que colmó el vaso, pero es que ese vaso lleva mucho tiempo llenándose. Messi anda con la mosca detrás de la oreja desde hace meses. Su divorcio de la actual directiva es patente, no entiende muchas decisiones que se han tomado a nivel deportivo, que desde el club se filtren mensajes que señalan a los jugadores y, sobre todo, que no sean capaces de hacerle un equipo competitivo. Son demasiados disgustos, demasiados problemas, los que atribulan la cabeza del ’10’.
En el club ya conocían la posición del argentino desde hace días y se tenía la esperanza de que la charla con Koeman siriviera para cambiar las cosas. Lo de ayer fue un primer acercamiento, sin éxito. El holandés, que dijo en su presentación que sólo quiere a jugadores que estén comprometidos al cien por cien con la causa, todavía tiene tiempo para intentar seducir a Leo. Eso sí, quizás no ayude que en la teórica criba de la plantilla que se quiere hacer, salga disparado alguno de sus amigos.
Dicho esto, en el Barça se agarran a que Messi todavía tiene un año de contrato y una cláusula de 700 millones de euros. Parece imposible que el rosarino pueda salir de la entidad sin su consentimiento. Por si acaso, media Europa está pendiente de cómo evoluciona la situación. Sobre todo el Inter de Milán, que está como loco por fichar al argentino y, después de tanto tiempo, por fin empieza a creer que es posible. Los italianos esperan una señal, que Messi diga que está dispuesto a irse, para presentar una oferta con cara y ojos por él. Está claro que no llegará a los 700 kilos de su cláusula de rescisión, pero están convencidos de que pueden encontrar la fórmula para convencer al Barcelona, probablemente incluyendo futbolistas en la operación.