REDACCIÓN: ESPN
El Barcelona inicia este domingo su temporada oficial enfrentándose al Villarreal en un Camp Nou que, por suerte para todos, sigue vacío. Será, acabada la pretemporada más atípica, accidentada e inverosímil que se recuerda, la hora de la verdad para el equipo de Koeman, con toda la carga emotiva que se vive ante lo que será el último baile de Messi en el club azulgrana.
Visita el Camp Nou un oponente más incómodo por el nombre y lo que se le presupone que por sus resultados en sí mismos. El Villarreal, que ha arrancado tres victorias y cuatro empates en 22 visitas al Camp Nou, no puntúa desde 2009 (1-1), habiendo enlazado desde entonces nueve derrotas consecutivas.
Los números del Barça cuando comienza la Liga como local son todavía más imponentes. De 42 estrenos solo perdió uno y venció 37, añadiendo cuatro empates. Desde el 2-2 frente al Atlético de Madrid en 2002, ha vencido en los siguientes ocho debuts en el Camp Nou, donde jamás perdió su primer encuentro liguero (26 victorias y dos empates). La única derrota cuando comenzó el campeonato en casa se produjo en Les Corts, en 1939 en un derbi frente al Espanyol, que venció por 0-1.
El duelo de este domingo, sin embargo, llega protagonizado, de manera indiscutible, por Lionel Messi. Siendo el estreno de Ronald Koeman en el banquillo, 31 años después de hacerlo como futbolista, y esperando si se producen los debuts de Miralem Pjanic o Trincao, es el capitán quien centra a priori todas las miradas.
Al cabo de un mes de la gran tormenta empieza el último baile de Messi con el Barcelona. O eso se supone a tenor de todo lo que ha ocurrido en estas últimas semanas, redondeadas el viernes con una despedida pública del argentino a su amigo Luis Suárez que descubre que, para nada, las aguas se han tranquilizado en un club en estado de ebullición y del que da la sensación el capitán cuenta los días para despedirse.
Huérfano de Suárez y sin Arturo Vidal, solo los más cercanos al crack argentino conocen a ciencia cierta cuál es el verdadero estado de ánimo de un futbolista cuyos ataques frontales a la directiva de Bartomeu han dejado en shock a todo el barcelonismo, tan expectante como incrédulo y, a la vez, dividido con los sucesos de las últimas cuatro semanas.
Con el partido frente al Villarreal empieza el primer capítulo de una novela que tendrá su punto álgido cuando sea proclamado el nuevo presidente del club azulgrana para conocer qué intenciones tendrá respecto a Messi y, más aún, por saber cuáles serán las del propio argentino, que en el césped deberá liderar un proyecto tan novedoso como quién sabe si efímero con Ronald Koeman en el banquillo.
A partir de este domingo empezará a contemplarse si Messi puede empezar a ser, como en un pasado cada vez más lejano, la guinda del pastel o si, por desgracia para el barcelonismo, sigue siendo el pastel entero. Si el juego colectivo del Barça convierte a su capitán en la pieza diferencial o Leo debe continuar con su papel conocido de los últimos tiempos.
Si Michael Jordan fue capaz de envolverse de un grupo de inconmensurable valor en Chicago para ganar su último título y regalar al cabo de los años un documental excepcional, en Barcelona existe la sensación de que comienza ese documental con Messi como principal protagonista.